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miércoles, 1 de agosto de 2012

“La primera mujer que ejerció la Medicina en Cuba vestida de varón”

                                            Enriqueta Favez

“La primera mujer que ejerció la Medicina en Cuba vestida de varón”
Por: Taimí Antigua Lorenzo

Hoy les traigo una historia que ocurrió hace casi doscientos años, sin embargo, aún sigue siendo de gran actualidad a nivel global.

Hace poco tiempo, se publicó en Cuba Por andar vestida de hombre, libro del historiador cubano Julio César Gonzáles Pagés sobre Enriqueta Favez, la primera mujer que ejerció la Medicina en Cuba vestida de hombre. Alguien que transgredió todas las barreras posibles de las discriminaciones pues fue guerrera, médica, viajera y lesbiana.


Enriqueta Favez nació en 1791, en una familia de la burguesía de Lausana, Suiza. A la edad de 15 años se casó con un soldado francés, quizá para ganar la simpatía de su guardián, un tío que era un coronel del ejército.

                                               Su casa natal,que aún se conserva.

Tres años más tarde, su marido y su pequeña hija de 8 días de nacida murieron. Permaneció en París y estudió Medicina en la Universidad de La Sorbona, tomando la vestimenta y la identidad de un oficial del regimiento al que pertenecía su difunto marido. Durante las Guerras Napoleónicas trabajó como cirujana del ejército francés, hasta que fue capturada por las tropas del general inglés Wellington, en España.

Pero muerto su tío en España, quiso iniciar una nueva vida en el extranjero y terminó en Cuba, en Baracoa, una ciudad plagada de piratas y con un bochornoso clima tropical, donde no era fácil instalarse.

Tomó el nombre de Enrique Favez y sus clientes fueron muchos de los pobres locales, a quienes también les enseñó a leer y escribir. Es así como conoce a Juana de León, una mujer de la zona con la que se casó, consciente ésta del sexo biológico de “su marido”.


Poco después comenzaron las sospechas. Favez fue detenida y sometida a juicio, tras unos exámenes médicos que revelaron su sexo. Juana de León la amó, pero no soportó la presión social y familiar, y se plegó a la farsa que se orquestó contra Enriqueta.

Su juicio fue el más escandaloso de aquella época. Sufrió todo tipo de humillaciones. No contó con defensor alguno, pues era muy difícil que alguien se atreviera en esa época a desafiar a la Iglesia y a las instituciones que respaldaban el enjuiciamiento.

A Enriqueta la llamaron criatura infeliz, monstruo, descargaron sobre ella todo tipo de improperios e hicieron de su juicio una representación fiel de un tribunal de la Santa Inquisición. Fue condenada a prisión en el Hospital de Mujeres de San Francisco de Paula, en La Habana, y posteriormente expulsada a Nueva Orleáns.

Una vez en Estados Unidos, sus parientes la recluyeron en un convento para proteger el prestigio de la familia. Asumió entonces el nombre de Sor Magdalena y siguió prestando asistencia médica a los pobres. Más tarde se convirtió en una misionera en México, y finalmente murió en Nueva Orleáns a la edad de 65 años, diez años después del fallecimiento de su esposa Juana.


Un expediente sobre su caso se encuentra en el Archivo Nacional de Cuba, donde aparecen cartas, informes y otros documentos originales del dossier abierto durante el juicio.



De esta figura casi nada sobrevive, ni siquiera su cadáver, pues el cementerio donde estaba enterrada en Nueva Orleáns fue dañado por el huracán Katrina, en el 2005. En su casa natal de la ciudad suiza de Lausana no hay ni una tarja que la recuerde. Ni allí ni en ninguno de los tantos lugares por los que pasó alguna vez.

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