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miércoles, 7 de agosto de 2013

"Paseo a la Upper Canada Village y a Fort Henry"


 PasePaseo a la Villa del Alto Canadá”
   (Upper Canada Village)
Por: Taimí Antigua Lorenzo
Fotos: de la autora


Entre los sitios históricos más interesantes que usted puede encontrar en las orillas del río San Lorenzo en Canadá, se encuentra sin dudas esta fiel reconstrucción de una villa típica de los campos canadienses en los años 1860s aproximadamente. Ubicada en Morrisburg, Ontario, es un lugar donde se vuelve al pasado y el tiempo “pasa volando”, es como sumergirse en la magia de antaño al constatar cómo vivían las gentes de campo en el siglo 19. Estuve de visita recientemente con mi familia y fue verdaderamente un paseo muy enriquecedor y agradable.



Recorrido de una hora: Incluye la taberna de Cook, Crysler Hall, la finca Loucks, la oficina de Impresión de la gaceta y uno de los molinos (molino de harina, la fábrica de lana o el aserradero).

Recorrido de dos horas: Incluye la fábrica de lana de Asselstine, los molinos de vapor de Bellamy para hacer harina, el molino de la playa, la taberna de Cook, la tienda Crysler, la casona Crysler Hall, la tienda de la costurera, la finca de Loucks, la oficina de impresión de la gaceta, la casa de la escuela, la finca de Ross y la tienda del herrero.

Aquí les describo los edificios históricos en la Villa del Alto Canadá.

                                                      (Casa típica)

La fábrica de lana de Asselstine

La fábrica brinda los acostumbrados servicios a los hilanderos y tejedores locales. Esto muestra la aparición de un nuevo sistema fabril mecanizado.

La panadería
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En un gran horno de ladrillos, los panaderos producen pan de harina trillada en los molinos de Bellamy. Dicha panadería era necesitada para los negocios, desde el ferrocarril, los canales o el tráfico de buques de vapor hasta como complemento del comercio local. Al final de su recorrido puede comprar estos panes.

El aserradero de la playa

Usando la sierra movida por el agua, naturalmente, este molino tradicional aún corta madera para el mercado local.Aserraderos de este tipo eran comunes e indispensables en una sociedad ampliamente dependiente de la madera y del cobijo.



                                                               Carruajes de la época

Molinos de vapor para hacer harina


Impulsado lo mismo por una turbina de agua, que por un motor de vapor, este molino mayormente automatizado, muele el trigo para hacer la harina y se responsabiliza con las necesidades alimentarias de la comunidad.

La herrería

El herrero les pone herraduras a los caballos, repara vagones y arregla la maquinaria para sus emprendedores vecinos. Un buen herrero era una "ventaja" en su comunidad.

El fabricante de escobas

El fabricante de escobas usa maíz (Sorghum vulgare) importado desde el sur de la frontera para producir escobas para el mercado local.A mitad del siglo 19 las escobas hechas a partir de maíz se habían hecho populares porque eran superiores a las hechas de ramitas, leña o de paja.

El carpintero

Además de hacer reparaciones, el carpintero hace muebles a pedido y otros artículos de madera para los clientes locales.Presionado duramente por fábricas mecanizadas de muebles y sillas, él también ensambla partes producidas en grandes cantidades para poder seguir en el negocio.

Iglesia cristiana

Construida en 1837, esta majestuosa iglesia blanca alberga a la dignificada, formal liturgia y a la música de la congregación anglicana, una de las principales denominaciones protestantes en el área.

Taberna de Cook y caballeriza

El guardián de la taberna ofrece alojamiento, comida y bebidas. Los caballos y carruajes podían ser alquilados. Las pequeñas tabernas semejantes a estas servían progresivamente a la clientela local. Antiguamente se vendía una refrescante zarzaparilla (bebida obtenida de la raíz de la planta sarsaparilla) o la cerveza de jengibre. También se exhiben juegos de mesa como ajedrez y damas chinas que muestran cómo se entretenían los parroquianos de la época. Justo al lado se pueden alquilar coches para pasear por la villa.
El día que fui, los músicos andaban montados en estos carruajes anunciando su espectáculo.


Crysler Hall


Esta edificación fue el hogar de un próspero terrateniente. Alberga muchas muestras del siglo 19, incluyendo las espectaculares ventanas de vitrales que una vez adornaran la iglesia anglicana de St. John en Crysler, Ontario, y las ventanas de vitrales pintadas y fabricadas por el famoso Harry Horwood para la mansión de J. P. Wiser en Prescott, Ontario.

















La tienda Crysler


La tienda ofrece una amplia gama de productos y servicios requeridos por la comunidad. Los dueños de tiendas compraban sus enseres de vendedores mayoristas en Montreal y actuaban como una casa de clarificación (pago de deudas o cheques) para trapos, madera, leña para el hogar y manufacturas locales. Ellos frecuentemente ofrecían servicios postales.

Dentro de la tienda me llamó la atención esta antigua máquina para moler café: mi infusión preferida.¡No podía dejar de mostrar este detalle!

Centro de hallazgos

El nuevo Centro de hallazgos de la Villa del Alto Canadá ofrece exhibiciones completamente nuevas, con lo último en tecnología interactiva, que cuentan las fascinantes historias sobre la vida en los años 1860s a lo largo de las orillas del río San Lorenzo. Un excitante show audio-visual cuenta la importancia nacional de la batalla de la granja de Crysler y de la guerra de 1812.¡El Centro de hallazgos es la forma perfecta de comenzar su recorrido hacia los años 1860s!

*Fuera de la villa se puede tomar un trencito que lleva a los visitantes a ver el sitio exacto de una batalla contra los americanos. Se atraviesa un túnel, donde con tecnología moderna, se muestra cómo ocurrió la batalla, se escucha el sonido de los cañones y otras armas, todo de manera muy real.

La casa de la costurera




La costurera promete a las señoras vestirlas con trajes según las últimas modas de Londres, Nueva York y París. 
                                                    Planchas de la época

Ella podía ornamentar un sombrero o coser prendas de vestir de manera que ambos quedaran hechos a la moda y prácticos para cada ocasión.

                                                 Rueca para hilar
                                               
Casa del motor

La casa del motor alberga a la "Reina", el coche de bomberos bombeado a mano, y es el centro de las actividades de la compañía local para incendios. Los dueños de molinos frecuentemente jugaban un rol central obteniendo el equipo para combatir los incendios en sus comunidades.

Centro de actividades familiares
(Abierto julio y agosto)

Los niños visitantes tienen la oportunidad de probar con sus manos entretenimientos de los años 1860s. Están en el programa juegos de estrategia y oportunidad, artesanías populares del siglo 19 y juegos al aire libre como carreras, saltos y volar papalotes.

Oficina de impresión de la gaceta
El equipo de la gaceta hace un periódico completo con noticias locales, anuncios, una columna literaria, publica consejos agrícolas y noticias extranjeras copiadas del telégrafo y de otros periódicos.

Granja Loucks


Una granja que opera completamente practicando un tipo de agricultura "mixta".Loucks muestra el uso del caballo para la siembra, el amontonamiento del heno y la recogida de la cosecha. La mecanización estaba comenzando en este periodo en muchas de las granjas establecidas. 

Esta granja tiene una casa, que en mi opinión es la más bellamente amueblada y conservada. Con el piano en la sala, una cocina exterior junto a la caballeriza y otra interior con comedor, que se usaba solo en invierno. 


También tiene su huerto para hortalizas en el fondo, como casi todas las casas de la época que cultivaban vegetales y especies para condimentar las comidas.

La casa del pastor luterano


Los luteranos locales construyeron una confortable residencia para su pastor, cuyas enseñanzas religiosas y morales apoyaron la devoción de muchos alemanes protestantes en esta área.

La logia masónica


Muchas comunidades en los 1860s tenían una logia donde fraternidades tales como los masones eran especialmente activos al promover la moralidad pública y privada y haciendo buenas obras. La logia fue abierta oficialmente al público el 21 de junio de 2008.


La casa de McDiarmid


 Esta es una casa típica de clase media, granjeros que prosperaban y compraban terrenos, comerciaban, etc.

La casa del médico

El intérprete le explicará el rol del doctor dentro de la comunidad y los últimos avances en la medicina. Muchas personas continuaban apoyándose en remedios menos científicos como homeópatas o comadronas.
En mi conversación con la guía, conocí que el Dr. no recibía a sus pacientes en la casa. Alguien sano lo buscaba, y él acudía a casa del enfermo. Las curas las realizaba en la mesa de la cocina con ayuda  de algún familiar. A cambio recibía los servicios en “especie”. Por ejemplo: si curaba al herrero, éste se ocupaba de los caballos del Dr. Si curaba a la costurera, ella le cosía sus traje, etc.

Capilla de la Providencia
Era un lugar para los metodistas episcopales locales. Esta capilla es el centro para las lecciones de la escuela dominical, conciertos de caridad y reuniones de la Temperancia (movimiento social que luchó contra el alcoholismo). Los metodistas eran la denominación más numerosa en el oeste de Canadá.

La casa de Robertson
La casa de Robertson muestra la vida de una próspera familia de clase media cuyas raíces loyalistas eran evidentes en el mobiliario y en el estilo arquitectónico de principios del siglo 19 de la casa.

Granja Ross
El campesino gana su dinero cortando leña y a veces, vendiendo productos de cobre tales como cubos de madera. La leña apilada era vendida a la Gran Línea del Ferrocarril, a los vapores del río San Lorenzo, a los residentes locales y a los molinos. Las mujeres de la granja realizaban tareas caseras, incluyendo la confección de tejidos, como se muestra en el interior.

La casa de la escuela 
La escuela común, apoyada ahora por impuestos a la propiedad, está abierta a todo el que quiera aprender, aunque la asistencia no es obligatoria.Una vez allí, a un estudiante preparado en conductas y costumbres morales.

El zapatero

Hacer zapatos es uno de los oficios más comunes en los 1860s. Usando herramientas manuales y hormas de madera, el zapatero fabrica o repara una gran variedad de botas de cuero y de zapatos que están en demanda, incluyendo zapatos rudos con clavijas ("brogans"), un ejemplo del tipo de zapato que usaba la clase trabajadora en ese periodo.

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La torre de señal del telégrafo
La torre es una réplica modelada después de las torres usadas durante la guerra de 1812 para trasmitir códigos militares navales a lo largo de la frontera. La mayoría de estas torres, obsoletas porque usaban el código morse telegráfico, fueron derribadas o vendidas por los años 1860s. Los visitantes pueden escalar hasta arriba para tener una vista panorámica de la villa y del río.

La finca del campesino arrendado


La familia de la granja alquila la tierra y se apoya en los bueyes y en simples implementos manuales para terminar su trabajo. Muchos campesinos arrendados aspiraban a tener su propia tierra una vez que hubieran adquirido suficiente capital.

El hojalatero
El hojalatero hace una gran variedad de utensilios de metal para el uso doméstico y de la granja. Sus brillantes, ligeros y relativamente baratos utensilios de metal eran un reemplazo popular para utensilios de peltre, de madera y de loza. Yo los encontré tan lindos que quise comprar algunos, pero no están en venta.

La fábrica de queso del gremio

Un incremento en la producción de leche llevó al surgimiento de fábricas de queso, tanto en el sector privado como en la cooperativa por los años 1860s.
El queso canadiense del tipo “cheddar” era producido para exportarlo y como fuente de dinero duro en medio de una economía ávida de dinero. Al final del recorrido usted puede comprar quesos producidos en esta fábrica, pero les advierto que son bastante caros.

El hotel de Willard

El hotel de Willard era un popular alojamiento durante la noche a lo largo del alto San Lorenzo. Hoy en día el hotel restaurado es un restaurante del periodo que ofrece a los visitantes a la Villa del Alto Canadá una parada de descanso donde ellos pueden comprar alimentos típicos de los 1860s, servidos por camareros vestidos a la usanza de la época.

                              La despedida(mi esposo, mi mamá y mis hijos Luis y Alexander)

Nota: Los tickets cuestan $17.50 por cada adulto, los niños entran gratis. Si usted este verano va a la Villa del Alto Canadá puede recibir con su entrada un segundo ticket válido para visitar Fort Henry, y eso hicimos pocos días después.

“Visita a Fort Henry”

Fort Henry

                                                  (Foto tomada de internet)
Ubicado en la actual ciudad de Kingston, Fort Henry fue construido entre 1832 y 1937 para reemplazar una fortificación existente desde la era de la guerra de 1812.Fue construido encima de Point Henry para proteger la base naval de Point Frederick, la entrada del Canal Rideau y Kingston, el cual era el principal punto de transbordo a lo largo de la ruta de suministros entre Montreal, Ottawa y todos los otros puntos del oeste.


El ejército británico formó una guarnición en Fort Henry hasta 1870 cuando las tropas de la reina Victoria se retiraron de Canadá. Seguidamente, la Batería "A", la escuela de Artillería, seguida por la Batería “B", tomaron el fuerte como residencia y permanecieron allí hasta 1891.

                                                           David, la chiva mascota del fuerte

Durante la Primera Guerra  Mundial, Fort Henry fue reparado superficialmente y usado como campo de internamiento para prisioneros políticos, principalmente allí sufrieron encierro unos 5000 ucranianos.




Fort Henry fue luego reconstruido entre 1936 y 1938 como resultado de un esfuerzo conjunto federal y provincial, que costó más de $1 millón de dólares.El fuerte fue abierto como museo y sitio histórico "en nombre de todos los soldados británicos que sirvieron allí" por el Primer Ministro Mckenzie King en agosto de 1838.Durante la Segunda Guerra Mundial, Fort Henry se convirtió en el Campo 31, un campo de prisioneros de guerra para los marinos mercantes enemigos, soldados, pescadores y aviadores. 

Reabierto en 1948, Fort Henry ha tenido millones de visitantes que han traspasado sus puertas para ver el espectáculo aclamado internacionalmente de su guardia.



En la actualidad, las marchas de los guardias continúan y Fort Henry sigue con su rol como museo y sitio histórico para los residentes de Kingston y visitantes del mundo entero. 


Una vez dentro de sus puertas de madera, los visitantes entran al reino de la vida militar del siglo 19, recorridos con guías experimentados, vistas escénicas, presentaciones musicales increíbles y demostraciones de precisión militar por la guardia del fuerte (formada por un grupo de estudiantes universitarios entrenados como si fueran soldados británicos de 1867).

En mi caso me recordó muchísimo a las fortalezas del Morro y de La Cabaña de La Habana, Cuba. Usted podrá ver personas representando la población civil del fuerte, tales como maestros de escuela y las esposas de los militares. 
                                                          Celdas                                                     

El fuerte también sirve como sede a numerosas ceremonias especiales y eventos que tienen lugar a lo largo de cada estación.
                                                   Comedor de los oficiales
                                                      Camas de los soldados 

Una de sus principales atracciones es el enorme patio con vista al río, considerado el mayor de su tipo en el país, donde usted puede sentarse a tomar y a comer mientras disfruta de una hermosa vista.



Fort Henry no tiene ninguna conexión con el Real Colegio Militar ni con las modernas Fuerzas Armadas Canadienses.

                                                              Mi mamá en Fort Henry

jueves, 13 de junio de 2013

“El sirope de arce”

“El sirope de arce”
                                                 (Foto de internet)

Por: Taimí Antigua Lorenzo

Fotos de la autora

                                        Maple syrup farm, Komoka Lakes,Ontario

En muchas zonas de Canadá hay una actividad productiva que además constituye un entretenimiento para los habitantes del país: la recolección y producción de sirope de arce entre los meses de marzo y abril. 




Muchas fincas abren sus puertas al público para deleitar a los visitantes con desayunos que incluyen panes con salchichas, humeantes frijoles colorados bañados en sirope de maple y, por supuesto, pancakes (tipo arepas cubanas) con abundante sirope de maple.


                                   (Aquí yo tenía 4 meses de embarazo)

También hay diversión para los niños pues estas fincas disponen de carretones tirados por hermosos caballos para pasear a chicos y mayores.


Yo visité junto a mi familia y amigos una finca de éstas en el área de Komoka Lakes, cerca de London, en el sur de Ontario y fue un paseo inolvidable.Si bien aún hay mucho frío y los árboles están deshojados, se pasa una buena mañana en esas fincas.

Ahora les haré la historia de la producción de sirope del árbol de arce. Ésta se remonta a mucho antes de la llegada de los colonizadores europeos a Norteamérica, donde era un producto de intercambio entre las personas de las llamadas “Primeras Naciones”. 

A partir del siglo XVIII, los primeros inmigrantes europeos aprendieron el arte de procesar la miel de arce. Los "acadios" de Nueva Escocia fueron de los primeros en aprender el arte fabricación de miel de arce y sus derivados.

Esta miel es uno de los pocos productos del campo que puede ser llamado auténticamente norteamericano. Los arces crecen en los densos bosques del Este de Norteamérica, y se desarrollan mejor en alturas por encima de los 200 metros.
    
Por mucho tiempo, este producto fue el endulzante preferido de muchos hogares ya que el costo de la azúcar de caña subía con frecuencia a niveles poco competitivos.  El sirope de arce es puro, orgánico y saludable tanto para el cuerpo cómo para el espíritu. Es un producto alimenticio muy versátil que se puede utilizar en cualquier tipo de evento culinario.

¿Cómo se obtiene? 

Aunque el árbol de arce se puede encontrar en casi todo el mundo, la producción de miel es exclusiva para la región Este de Norteamérica, por lo que a la región se conoce como el “cinturón de maple”. La zona es la única en el mundo que recibe las condiciones climatológicas necesarias para la producción comercial de esta miel.



Se cosecha entre los meses de marzo y abril ya que un cambio radical en la temperatura es necesario para que el arce comience a revelar sus dulces secretos. Para que fluya la savia del árbol se requiere de noches con frío extremo (debajo de 0º C) inmediatamente seguidas por días calurosos (arriba de 0ºC). 
 Existe una gran variedad de árboles de maple, pero los dos más conocidos son el maple rojo y el maple roca (o de azúcar). Un arce (árbol de maple) maduro suelta un promedio de ½ hectárea de follaje cada verano.  Entre las muchas cosas que produce un arce roca encontramos el azúcar. Durante los meses de invierno, la savia que el árbol produjo durante todo el verano se vacía del tronco y se almacena en el sistema de raíz. Esto asegura que el tronco del árbol no se romperá mientras las temperaturas caen por debajo de los 0ºC. Cuando la savia del maple sale del árbol contiene agua, azúcar, sales minerales y un sabor natural a maple.
Para ello se hace un hoyo que atraviesa la parte exterior del tronco, para permitir que la savia fluya hacia fuera y así pueda ser recolectada. La savia sale del tronco de forma constante pero muy lenta a través de tubos de plástico conectados entre sí, que llevan toda la savia a un solo centro de recolección. Hoy cientos de miles de arce pueden ser conectados para formar un solo sistema de tubos.
Al final de cada temporada los tubos son recolectados de todos los árboles y limpiados. Un árbol nunca es perforado para entubamiento en el mismo lugar más de una vez.

Por ley, en Canadá, cuando la savia alcanza un nivel de 66% de azúcar, legalmente se le puede llamar miel de maple. Una vez extraída del árbol, la savia se procesa lo antes posible mediantes diversas técnicas, antes de que las bacterias y encimas comiencen a modificarle su composición química. La única forma de hacer miel de maple es eliminando el agua de la savia, principalmente hirviéndola. Después de que la miel de maple se produce, y una vez limpia, es colocada dentro de barricas de 32 galones a temperaturas de 180ºF donde se almacena. También se puede utilizar para hacer una amplia gama de derivados como azúcar, crema, mantequilla y otros tipos de dulce. 

Después de conocer este largo proceso para la obtención de tan sabrosa miel, solo falta que usted la pruebe, y la mejor forma es visitando una finca de producción de sirope en Canadá.


                                                                 (Foto de Internet)

martes, 1 de enero de 2013

"The Old Man Winter is Here Again"

                                          
"The Old Man Winter is Here Again"
Por: Taimí Antigua Lorenzo


                                                                   (frente a mi casa)

Este invierno está siendo particularmente crudo en Ontario. Desde el 1ro  de diciembre de 2012 la nieve comenzó a caer en Brockville, la ciudad donde vivo.
Hemos tenido que limpiar el driveway varias veces para poder sacar el carro.
A veces cuando veo a mi esposo con la pala recuerdo aquel cuento tan cómico del gran humorista cubano Guillermo Álvarez Guedes. Aunque últimamente anda circulando otra versión con la historia de un argentino que se mudó a Toronto, igualmente para morirse de la risa.

Aquí les dejo la versión de Álvarez Guedes:

Diario de un cubano (o el RENO DE PENNSYLVANIA)

Agosto 12: Hoy me mudé a mi nueva casa en el estado de Pennsylvania. ¡Que paz! Todo es tan bonito aquí. Las montañas son tan majestuosas. Casi que no puedo esperar para verlas cubiertas de nieve. ¡Qué bueno haber dejado atrás el calor, la humedad, el tráfico, los huracanes y el cubaneo de Miami!¡Esto sí que es vida!

Octubre 14: Pennsylvania es el lugar más bonito que he visto en mi vida. Las hojas han pasado por todos los tonos de color entre rojo y naranja. Que bueno tener las cuatro estaciones. Salí a pasear por los bosques y por primera vez  ví un ciervo. Son tan ágiles, tan elegantes, es uno de los animales más vistosos que jamás he visto. Esto tiene que ser el paraíso. Espero que nieve pronto. Esto sí es vida.

Noviembre 11: Pronto comenzará la temporada de caza de ciervos. No me puedo imaginar a nadie que quiera matar una de esas criaturas de Dios. Ya llegó el invierno. Espero que nieve pronto. Esto sí es vida.

Diciembre 2: Anoche nevó. Me desperté y encontré todo cubierto de una capa blanca. Parece una postal . . . una película. Salí a quitar la nieve de los escalones y a dar pala en la entrada. Me restregué en ella y luego tuve una pelea de bolas de nieve con los vecinos (yo gané) y cuando la quitanieves pasó, tuve que volver a dar pala. ¡Qué bonita nieve! Parecen motitas de algodón esparcidas por todos lados. ¡Qué lugar tan bonito! Pennsylvania sí que es vida.

Diciembre 12: Anoche volvió a nevar. Me encanta. La quitanieves me volvió a ensuciar la entrada, pero bueno... que le vamos a hacer, de todas maneras, esto sí es vida.
Diciembre 19: Anoche nevó otra vez. No pude limpiar la entrada por completo porque antes que acabara, ya había pasado la quitanieves, así que hoy no pude ir al trabajo. Estoy un poco cansado de dar pala en esa nieve. ¡Cabrona quitanieves! ¡Qué vida!
Diciembre 22: Anoche volvió a caer nieve, o mejor dicho: mierda blanca. Tengo las manos hechas mierda y llenas de callos de la pala. Creo que la quitanieves me vigila desde la esquina y espera a que acabe con la pala para pasar. ¡Puta madre que la parió!
Diciembre 25: Felices Navidades blancas, pero blancas de verdad, porque están llenas de mierda blanca. ¡Coño !... ¡Carajo ! Si cojo al hijo de la gran puta que maneja la quitanieves, te juro que lo mato. ¿No entiendo porque no usan más sal en las calles para que se derrita más rápido este carbón hielo de mierda?
Diciembre 27: Anoche todavía cayó más mierda blanca de esa. Ya llevo tres días encerrado. Salgo nada más cuando tengo que dar pala en la nieve después de que pasa la quitanieves. No puedo ir a ningún lugar. El carro esta enterrado bajo una montaña de nieve negra. El noticiero dice que esta noche van a caer 10 pulgadas más de nieve. No me lo puedo creer.
Diciembre 28: El comemierda del noticiero se equivocó otra vez. No cayeron 10 pulgadas de nieve... cayeron ¡34 pulgadas más de esa mierda! . . . ¡Me cago en su madre! Como sigamos así, la nieve no se derretirá ni para el verano. Ahora resulta que la quitanieves se rompió cerca de aquí y el hijo de puta del chofer vino a pedirme una pala. ¡Que descarado! Le dije que se me habían roto 6 palas limpiando la mierda que el me había estado dejando a diario. Así que le rompí la pala en la cabeza. Se lo merecía. ¡Comemierda!
Enero 4: Al fin hoy pude salir de la casa. Fui a buscar comida y un ciervo de mierda se metió delante del carro y lo maté. ¡Carajo ! El arreglo del carro me va a salir como en tres mil dólares. Estos animales de mierda debían ser envenenados. ¡Ojalá los cazadores hubieran acabado con ellos el año pasado! La temporada de caza debería durar el año entero.

Marzo 15: Me resbalé en el hielo que todavía hay en esta puta ciudad y me partí una pierna. Anoche soñé que sembraba una palma real.

Mayo 3: Cuando me quitaron el yeso, llevé el carro al mecánico. Me dijo que estaba todo oxidado por debajo por culpa de la sal de mierda que echaron en la calle. ¿A quién coño se le ocurre? ¿Es que no hay otra forma de derretir el hielo?
Mayo 10: Me mudé otra vez para Miami. ¡Esto sí es vida! ¡Qué delicia! Calor, humedad, tráfico, huracanes y cubaneo. La verdad es que cualquiera que se le ocurra vivir en ese Pennsylvania de mierda tan solitario y frío es un comemierda y tiene que estar, no solo cagalitroso, sino loco para el carajo.
¡Esto sí que es vida!
(foto tomada de internet)

martes, 13 de noviembre de 2012

"Margaritas en noviembre"


"Margaritas en noviembre"

Por: Taimí Antigua Lorenzo

Mis últimas flores habían sido de unas maticas de marygolds que logré plantando semillas en la primavera.Casi todas crecieron fuertes y me llenaron el patio con sus colores amarillo y naranja. Era un placer mirarlas, pero llegó el otoño.  Esperaba de un momento a otro ver morir congeladas todas mis plantas y sus flores desde que comenzó a bajar la temperatura en octubre. Para sorpresa mía, el dos de noviembre comenzaron a abrirse los botones de dos matas de margaritas que había plantado "fuera de estación" pues era ya finales de  agosto.No era tiempo de plantar nada.
Cuando miré por los cristales del comedor, pensé que el viento había llevado hasta mi patio papeles blancos arrugados. Así era como lucían las pequeñas flores. Pero no supe bien de qué se trataba hasta que salí al patio. No podía creer que con -2 grados Celsius se mantuviera abierta flor alguna.
Estuvieron así  durante más de una semana, hasta que el pasado viernes salí y las corté. "Mejor que mueran calentitas dentro  de mi casa que aquí congeladas", me dije. Con mucho cariño las puse en un pequeño búcaro de cristal sobre la mesa del comedor. Aún una semana después de cortadas, siguen abiertas.
Por eso a veces pienso que mi mejor amiga, Margarita Carmona - quien murió hace año y medio- me envía señales. Su muerte me sorprendió el 14 de febrero de 2011, y aún me parece que es mentira. Como fue cremada y  sus cenizas esparcidas, siento que trata de comunicarse conmigo. Nos despedimos en La Habana en junio de 2007 y ¿quién diría que nunca más no nos volveríamos a encontrar? İ Nos faltaron tantas cosas por decirnos, tantas cosas por ver juntas!
Es así: Margarita, mi alegre y simpática amiga, me habla de muchas maneras, me acompaña.Todos sus consejos siempre vienen a mi mente, en el momento menos pensado.

El próximo 8 de diciembre hubiera sido otro cumpleaños más para ella, y aunque físicamente no esté en este planeta, sé que su espíritu de mujer bondadosa y feliz sigue deambulando entre París, La Habana, Chile y Canadá.
Por eso amiga mía, estas margaritas de noviembre son tuyas: "Eres tú que siempre vives y te multiplicas en cada flor".

miércoles, 24 de octubre de 2012

“Skilled worker serás tú”

                                     “Skilled worker serás tú


Por: Taimí Antigua Lorenzo

Hacía dos meses que había llegado a Canadá junto a mi esposo a través del programa de Inmigración Independiente "Skilled Workers". Andaba buscando empleo de cualquier tipo y no encontraba nada. Mi esposo había logrado un trabajo, y aunque no se trataba de algo profesional, él decía que era un buen comienzo. Mi corazón había comenzado a llenarse de pena y preocupación.

İTenía tantas ilusiones antes de emigrar! Ya me estaba empezando a sentir mal en la tierra donde los árboles dan miel, cuando vi el anuncio aquel para trabajar en “Star Mail y se me iluminó el rostro.

Eso seguro que era una oficina de correos. No debía ser difícil trabajar en un lugar así, pensé. Sobretodo, no haría falta hablar mucho inglés. ¡Cómo no se me había ocurrido antes! İAdiós a las clases de inglés! Sólo aprendía a escribir un poco, pero para hablar, lo que se dice “HABLAR, no me estaban sirviendo de mucho.

Miré el mapa en el Google, cogí la mochila y una botella de agua. Tras dos cambios de autobús y de cruzar una línea férrea que travesaba una carretera sin aceras, no me fue difícil vislumbrar aquel almacén. No tuve problemas para explicar que quería la posición anunciada. Sólo tuve que llenar una planilla y me dijeron que podía empezar al día siguiente. El trabajo sería únicamente tres días a la semana, pero encantada acepté su oferta. De no tener nada, aquello sería un buen comienzo. Aunque no trabajaría en una oficina de correos vistiendo un uniforme, sería, por lo visto, una ocupación estable.

Feliz por haber logrado mi primer empleo en Canadá, al día siguiente salí temprano con otra botella de agua y una hamburguesa en la mochila.

Aquel almacén olía a basura y a curry. Una hispana con cuerpo de boxeador nos dio las indicaciones de cómo empacar los flyers. Por un lado tenía a un viejo que olía a ron, y por el otro, una pirámide de periódicos. Nada indicaba que aquello fuera demasiado engorroso, sino todo lo contrario. Tenía que estar parada frente a una mesa de madera cruda y meter en un nylon los flyers doblados en un orden determinado. Luego con una tablita aplastaba el paquete para alisarlo. İY para el saco!

-¿Cuántos sacos debo llenar en cada jornada?, le pregunté de lo más inocente a “la jefa.

- Estás atrasada, me respondió sin mirarme.

- ¿Pero la norma diaria es de … ? 

No pude terminar la pregunta porque se volvió hacia mí con una mirada que nada tenía que ver con el amor entre personas de la misma raza o cultura. Mirándome fijamente y clavándome unos ojos amarillentos me dijo lo mismo: “estás atrasada, eres la más lenta.

Seguí trabajando al mejor ritmo que pude. Mis uñas arregladas al estilo francés comenzaron a quebrarse. Con los dientes  me las fui cortando para que no quedaran colgadas por las esquinas.

Como a las cuatro horas, noté que la epidermis de mis deditos acostumbrados a teclear frente a una computadora empezó a desaparecer. Estaban en carne viva, muy rosados, casi rojos.

Una hispana que trabajaba en la mesa de en frente, me dijo:

-¿No traíste una esponjita con agua?

-No, ¿por qué?

-¿No sabes que la tinta de estos periódicos es venenosa? 
 İOh oh! İLa situación se empezó a poner mala! Ya me habían explicado mil veces en Cuba que el capitalismo era un sistema despiadado. Nada bueno podía salir de de este trabajito donde no requerían de ninguna certificación.

Cuando ya no podía del dolor en las rodillas, sonó una especie de timbre y todo el mundo paró. Salimos a un patio donde había varias mesas de madera con bancos. Saqué mi hamburguesa y pensé que aquello que había pensado minutos atrás había sido una idea desafortunada. İQué iba a ser malo el capitalismo con unas hamburguesas así! İNo, señor!

Las hispanas se sentaron juntas a comer y hablar de sus asuntos. Luego las escuché decir que: “total, si el trabajo en las farms era peor”. Yo las observada de reojo y me preguntaba si podría existir realmente algo más duro que empacar flyers. A los quince minutos sonó nuevamente el timbre. İA trabajar!

Por ser lunes el trabajo era de 12:00 P.M. a 8:00 P.M. Había perdido la cuenta de cuántas bolsas había ya rellenado de flyers y tirado en el cajón del centro del almacén. Cada vez que tiraba una bolsa, pasaba por una mesa y marcaba una rayita junto a mi nombre.

De pronto aquellas mujeres de la mesa de enfrente comenzaron a hablar de no sé qué misa a donde habían asistido el domingo anterior. Y yo con la boca cerrada, que de religión no sabía casi nada. Para eso Fidel Castro nos había adoctrinado desde chiquitos con aquel lema de: "Pioneros por el comunismo, seremos como el Ché". Así que mejor no hablaba y seguía apurándome empacando los dichosos flyers. Yo había decidido no ser como el Ché, y quería ganarme la vida, para eso me había ido, ¿o no? Pues ni las escuches y sigue en lo tuyo, pensé.

Al rato, aquellas mujeres musculosas empezaron a hablar de un recién concluido concurso de belleza en la ciudad. Al parecer, un concurso organizado por hispanos que se realizó poco antes de que yo hubiera llegado a la ciudad. No paraban de criticar a las ganadoras: que si la mayoría de las concursantes eran feas, que si hasta habían participado dos rumanas, una árabe y una rusa. Yo oía sin decir palabra. Trabajaban como máquinas y hasta hacían chistes que me dibujaban una sonrisa de vez en cuando.

Pero el buen efecto de sus chistes me duró poco. Tenía pensado salir a las 10:00 P.M. y así disponer de quince minutos para llegar a la calle donde pasaba mi autobús a las 10:25 P.M. Era el último de aquella ruta cada noche. Llegar a mi casa caminando casi imposible; diría que impensable en aquel, mi primer otoño canadiense. Si ese era el otoño, ¡pobre de mí cuando llegara el invierno!

La voz de aquella mujer sonó estridente en el almacén. Con mi inglés “de palo” entendí que la jornada se alargaría hasta que se terminaran de empacar las pilas de flyers amontonados en el suelo: los de Zellers, de SEARS, de Food Basics, y así todos los de las tiendas locales.

Se me hizo un nudo en la garganta y seguí empacando. Terminamos a las 11:30 P.M. aquella jornada. Por suerte, afuera estaba mi esposo en el carro de un amigo esperándome. Por aquellos días no teníamos automóvil aún. Regresé extenuada. Tras darme un baño, caí rendida en el colchón que teníamos por cama hasta las 5:30 A.M. cuando sonó el reloj.

Otra jornada, estaba más muerta que viva, pero para eso había venido a Canadá: a trabajar por un futuro mejor. Así que levanté mi ánimo y mi trasero de la cama. Me puse mis botas altas con punta de acero. Tras un elemental desayuno, salí nuevamente a enfrentarme al “capitalismo cruel y brutal” que me habían descrito, con absoluto desprecio, en las clases de Economía Política en mi lejana isla de Cuba.

De nuevo el mal olor del almacén, de nuevo aquellas mujeres hablando pestes de otras hispanas, de nuevo las astillas de madera acabando con mis manos sólo acostumbradas al trabajo de oficina, de nuevo el cansancio, de nuevo el pensar sobre el origen del capital y la plusvalía, de nuevo pensar en el proletariado mundial, en Lenin, en Marx y en Engels. “Que si la plusvalía es la parte del trabajo que el capitalista no le paga al obrero y...bla bla bla…”.

¡Oh Canadá!, el himno de mi nuevo país me venía a la mente. Aguantaba el cansancio y llenaba sacos de lona. Los arrastraba mientras pensaba “Skilled Workers, Skilled Workers”. Hasta que la jefa vociferó:

-Today until 9:00 P.M.!

Eran las once de la mañana y el dolor en las piernas me estaba matando. Tenía los dedos engarrotados y por la esquinas las uñas dejan ver hilillos finos de sangre seca.

Caminé hasta la mesa del libro de apuntes. Miré a la jefa del almacén “Star Mail”, y le dije lo que me pareció bien sin pensarlo mucho:

-Sorry, I am not ready for this job. So, I quit.

-OK, fue toda su respuesta.

-When can I receive my payment?, atiné a preguntar pensando en que algo de dinero debía haberle tumbado al capitalismo.

-Come back next Thursday in the morning.

Caminé despacio las cinco cuadras que me separaban de la parada. Llegué temprano al apartamento, sólo quería dormir. En la entrada del edificio quedaba un paquete de flyers de la semana anterior; pasé por su lado y  arrugué mi nariz  haciendo una mueca.

- Eh!, ¿y eso que llegaste tan tempranito hoy?, me preguntó mi esposo cuando llegó del trabajo.

Lo miré y le dije: ¿Skilled Workers, no? İSkilled Worker serás tú!


"La experiencia canadiense"

                               "La experiencia canadiense"

 

 

Sí, seguro que usted también pasó por lo mismo, o por algo parecido.
Llegué dispuesta a hacer cualquier trabajo. No pensé nunca que ese “cualquier trabajo” podía no aparecer nunca. No bastaba con mi disposición, el problema era cómo acceder.

Había cambiado mi Resume varias veces. Si quería trabajar en un restaurante, borraba que tenía un título universitario y añadía que había trabajado en un restaurante en La Habana. Si quería trabajar en una fábrica, tenía listo otro Resume donde mi experiencia de trabajo había sido como empacadora en la fábrica de helados Coppelia en Cuba. Si quería un empleo en una tienda, mi Resume sólo mostraba que yo había terminado el grado 12 y que tenía experiencia como vendedora de una tienda en mi país de origen. ¡Era una locura! Lo mismo si decía la verdad, que si la modificaba. Nada aparecía.
Buscar trabajo es en sí mismo un trabajo. Pero aquí se le vuelve un problema a cualquiera pues es como la vieja historia de quién fue primero: ¿la gallina o el huevo? Me exigían tener la dichosa “experiencia canadiense”. Pero, ¿Cómo iba a tenerla si nadie me empleaba?

Hasta que un día leí en el periódico local sobre un Centro de Empleo para atender a inmigrantes profesionales. Concerté una cita y allá fui dispuesta y feliz. Coincidentemente era el día de mi cumpleaños 38 y pensé que sería un día “fasti”, como decían los romanos. Pero la alegría no me duró mucho.

La trabajadora que me atendió era una hispana muy atenta. Su posición allí era como Consejera de Empleo. Ya pasaba por canadiense de tantos años que llevaba viviendo en Canadá: pelo rubio con iluminaciones y un inglés impecable, además de un aceptable francés. De manera discreta me pidió que en frente de otros empleados sólo le hablara en inglés.

Me dio a llenar varias planillas y me explicó algunas opciones de trabajo que se adecuaban a mi perfil profesional. Además, me dijo cómo debía hacer para lograr que mi diploma universitario me fuera reconocido en Ontario.

Pasaron los días y no me llamaba. Cuatro meses después de aquel encuentro, un hispano que iba conmigo a la escuela de inglés me dijo que la Consejera de Empleo me mandaba saludos. Como a los quinces días me envió un e-mail citándome. En aquel segundo encuentro me llenó la cabeza de ilusiones.

Entendí que mi trabajo tenía que conseguirlo por mis propios esfuerzos. Mientras tanto, seguí yendo a la escuelita de inglés, sabía que mi mejor instrumento para avanzar en mi patria adoptiva era hablar bien el idioma: “o lo dominas bien, o no te insertas, me repetía a mí misma constantemente.

La Consejera de Empleo me tuvo digamos que “entretenida” por varios meses. Una vez al mes me llamaba, analizaba papeles y más papeles conmigo, sitios web del área  y otros del gobierno. Algo me decía en mi interior que aquello era pura pérdida de tiempo.

Comencé a pensar que Canadá era el país de los papeles. Me daban papeles de todo tipo en todos los lugares; mi buzón siempre estaba lleno de anuncios, por la rendija de la puerta del apartamento me ponían papeles del administrador del edificio, de flyers de las tiendas, en fin. İ Cómo se nota que hay árboles para hacer papel aquí! 

Una mañana en lugar de ir a la escuela, entré a una agencia empleadora donde me atendieron muy bien. A los dos días me llamaron para que me presentara en una fábrica a trabajar. Ni pregunté en qué consistía el trabajo. Aquel día cargué en mi mochila unas botas de seguridad con punta de acero que me habían exigido usar. Estaba asustada y miraba constantemente por la ventanilla del autobús con miedo a no bajarme en la parada correcta.

Hasta que al fin llegué.  Era una edificación enorme de un solo piso. Le di la vuelta dos veces a aquella mole de concreto, pero aunque nadie me crea ¡nunca encontré la puerta de entrada! Aquella edificación color gris tenía varias aberturas donde estaban parqueados algunos de esos gigantescos camiones de carga. Yo no tenía ni un teléfono celular entonces como para llamar a la agencia y preguntar.

Decepcionada, regresé a mi apartamento. En el teléfono tenía un mensaje donde me decía que por haber llegado tarde a mi primer día de trabajo, no me querían como su empleada.

Entonces continué asistiendo a mis clases de inglés. Un día la Consejera de Empleo me dijo que fuera a verla a otro local en el norte de la ciudad donde ella trabajaba por las tardes. Mi cita era en una fría tarde de invierno. Tuve que tomar dos autobuses para llegar hasta allá. Como no conocía la ciudad, caminé en sentido opuesto a donde estaba aquel Centro de Empleo. Cuando me di cuenta, pregunté a la única persona que se cruzó conmigo en la acera y me explicó que debía caminar en sentido contrario y atravesar un cementerio. Le di las gracias y respiré profundamente.

Era febrero, y yo, con tal de hacer algo para que apareciera “mi trabajo, estaba dispuesta a todo. Y cuando les digo todo, era todo. ¿Porque quién me diría a mí que iba a tener valor para atravesar sola un cementerio? Así mismo: para llegar a aquel centro debía atravesar un cementerio. Y no sé si en todo este país es igual, pero ya había visitado varias ciudades en Ontario donde había cementerios dentro de las ciudades y no en las afueras. Éstos no tenían cercas; uno pasaba por la acera y si estiraba un poco un brazo ¡hasta podía tocar una lápida cualquiera! Los atravesaban calles, y pasar por ellos era tan normal como circular por cualquier calle.

Bajo tremenda nevada pasé por entre las tumbas con mucho respeto y a la vez cierto recelo: como si se trataran de monumentos de recordación a los caídos. Ni un alma viva se cruzó conmigo. Aquí muy poca gente camina, casi todo el mundo anda en su carro, y más en invierno. Pero yo no tenía ni carro ni la menor idea de cuándo podría comprarme uno; así que lo atravesé en compañía de las almas difuntas. No fue tan raro pues de cierta forma yo también me sentía medio difunta. İEra tan extraño andar por esos parajes! A veces me preguntaba: ¿No estaría viviendo ya en otra vida?

Aquella cita fue como las anteriores: un apretón de manos muy afectivo, una gran sonrisa cálida que a veces parecía reconfortarme y darme esperanzas, luego más papeles y más charla. Si no había otro empleado cerca me daba algunos consejos en español. Al terminar de escuchar sus recomendaciones, firmar su libro (para que ella demostrara que yo asistía a sus citas, me imagino ahora), como tantos otros buscadores de empleo. Al final para lograr nada.
Aquel día aproveché y me quedé un rato más en la biblioteca de aquel Centro de Empleo, a consultar en Internet algunos sitios web de empleo local. De todas formas el autobús que debía tomar para regresar no pasaba hasta dentro de una hora y de nada me valía esperar en la parada a unos 22 grados Celsius bajo cero.

Al salir vi que la Consejera se montaba en un precioso auto rojo, se cubría con un largo abrigo de piel parecido a los que yo contemplaba en SEARS, pensando que algún día podría comprármelo. Sí, cuando tuviera empleo me compraría uno con guantes a juego. También me compraría mi primer carro y mi primera casa a crédito, como se hace aquí. Imaginaba cuánto iba a cambiar mi vida cuando lograra un trabajo decoroso.

Luego, en la escuela donde mejoraba mi inglés, supe que varios de mis compañeros hispanos también tenían citas con esa “Consejera” de manera regular. Muchos de ellos, al salir de las clases, trabajaban fregando platos o en compañías de limpieza,”por debajo de la mesa”, como se dice por acá, para no perder su subsidio de desempleo.

La Consejera era hispana como yo, y si creí al principio que por eso iba a ayudarme, estuve equivocada. Mi problema no era el suyo, tampoco los de quienes iban a verla buscando “la lucecita en la salida del túnel”. Ella ya tenía un trabajo bien remunerado y seguramente cobraba sus buenos cheques. Daba lo mismo si quiénes "éramos atendidos resolvíamos un trabajo o no. En definitiva, ella nos había recibido y aconsejado.

Tiempo después la vi en WALMART empujando un carrito lleno de compras.
Se hizo la que no me vio, y yo hice igual.

Para ese entonces un cubano, amigo de otra amiga, me había dado empleo en su empresa. No era en lo absoluto algo relacionado con mi profesión, pero al menos era una ocupación fija en una tienda de ropa masculina. Cuando me contrató fue claro y me dijo: “Mija, al menos para que cojas la experiencia canadiense”. Sí, - pensé sin decir palabra-, ya sé en qué consiste la “experiencia canadiense.