¡La prima Vera ha llegado!
¡La prima Vera ha llegado!
Se ha bajado en el
andén
saludando con la
mano,
con un traje verde
claro
y su sombrero de fiesta.
El invierno se
despide
y se monta en un
vagón,
pues debe seguir de
viaje
al terminar su estación.
Mi prima Vera sonríe
y los lirios le
abren paso,
una alfombra
aceitunada
se extiende bajo
sus pies
y la saluda el
ciprés,
el maple y el cedro
viejo
pues su llegada es
festejo
para todo lo
dormido,
lo que espera bajo
tierra
por el calor y la
lluvia
para mostrar con
candor
su color y sus
encantos,
para mostrar los
olores
de una nueva
temporada,
más feliz y
enamorada
de cuánto en la
tierra es bello.
Los amarillos narcisos
la saludan mientras
pasa
mientras que los
tulipanes
se asoman muy
despacito
levantando sus
capullos
y mirando la
grandeza
que trae mi prima
Vera
al caminar
suavemente,
calentando el suelo
frío
con su andar
irreverente,
que a todo lo gris
y feo
torna verde de
repente.
Las rosas blancas y
rojas
desde su lecho se
inclinan
al verla cerca florecen
y mi jardín se
ilumina
como si fuera un
milagro
arreglando el
desparpajo
que ha dejado el
crudo invierno
con su nieve, sus
ventiscas,
y sus árboles
caídos,
con ese viento
violento
que sonaba en mis
oídos.
Y es que Vera con
su vara
todo lo que toca
cambia
desde los mustios
geranios
hasta el dormido jazmín,
y hace magia con
sus manos
para iniciar su trajín
de disolver el
cojín
de blanca nieve estancada,
de reanimar mis
canteros
y llegar con sus
colores
a toditos los
rincones
que aguardan en mi jardín.
Los ruiseñores del
nido
que está casi
terminado
la saludan con sus
trinos
como si diesen
regalos.
Las peonías
dichosas
se levantan con sus
tallos
y sus pétalos le
brindan
para darle un
agasajo
a la mejor de las
primas,
a la alegre y
colorida
muchacha de verde
olivo,
con corona de
laurel
que transforma mi
vergel
con el toque de su
vara.
se reúnen en mi
patio,
y las ardillas tan
pillas
saltan por las
altas ramas
desatando
desbandadas
de pájaros sorprendidos
por el barullo y los
ruidos
de éste, mi
vecindario,
pues nada en el calendario
se espera con
tantas ganas
como la ansiada llegada
de mi más querida prima.
Los mapaches tan taimados,
se asoman tras de la cerca,
y conejos asustados
brincan por todos los lados
celebrando con agrado
esta llegada tan sana,
pues no hay prima
tan lozana como tú,
que nos visitas,
en esta zona lejana.
El bosque con sus
murmullos
se engalana y te
recibe,
y te canta el
azulejo
que ha venido desde
lejos
para saludarte,
Vera.
Es mágica tu pasada
en estos meses
divinos;
baila el pasto,
corre el vino,
duermo la siesta en
hamaca,
cocino en el barbecue
mientras te
diviertes tú
como una niña
traviesa
llevándote la
tristeza
que la nieve nos
dejó.
Has
llegado por tres meses
terminando nuestra
espera.
¡Eres tú la primavera,
mi regocijo y mi vida!
Despiertas a la
dormida
persona que habita
en mí,
y bailo con frenesí
con mi vestido de
fiesta
para celebrar la
puesta
del verde pasto en
el prado,
y el fin de lo
congelado
tras cinco meses de
invierno.
Taimí Antigua
Lorenzo, 30 de marzo, 2022.
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