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sábado, 25 de agosto de 2012

“Dos Inés: un nuevo mundo”

“DOS INÉS: UN NUEVO MUNDO”
Por: Taimí Antigua Lorenzo

Parte I
De la época de la colonización y conquista de América se destacan muchas mujeres por su valor, pero les traigo las historias de dos de ellas que marcaron un hito ya fuera por su valor, su belleza, su fidelidad al ser amado o por su maldad.

Una fue Inés Suárez, quien nació en Plasencia, Extremadura, España. Muy joven se casó con Juan de Málaga, un aventurero que se embarcó con destino a Panamá. Como éste no regresaba en 1537, ella se fue hacia las Indias en su búsqueda. Al llegar supo que había muerto en una batalla. Como compensación le dieron una pequeña extensión de tierra y una encomienda de indígenas en el Cuzco. Allí conoció a Pedro de Valdivia, maestro de campo de Pizarro. Entre ambos se forjó una estrecha relación que los llevó a ser amantes.

                                                        Pedro de Valdivia

En 1539 marchó junto a Valdivia en su expedición a las tierras de Chile como sirvienta doméstica, ya que Pedro era casado, y la Iglesia no veía bien este tipo de relación. En el viaje prestó diversos servicios y fue considerada entre los conquistadores como mujer de extraordinario arrojo y lealtad, discreta, sensata y bondadosa.
Cerro "Doña Inés"

Cuentan que estando los exploradores apunto de perecer de sed en el desierto de Atacama, Inés ordenó a un indio cavar en tierra húmeda y hallaron un pozo, que aún da agua en nuestros días. En agradecimiento a esta acción que salvó a los españoles, Valdivia dio gracias a Dios y puso el nombre de la dama a un cerro que se divisaba.

        Ella vestía cota de malla, animaba a los soldados con su palabra y con su ejemplo, peleaba junto con ellos y curaba a los heridos para que volvieran pronto a la refriega. En diciembre de 1540 fundaron la capital del territorio junto al río Mapocho. Como los naturales se mostraron muy hostiles, Valdivia envió una embajada con regalos a los caciques locales a fin de hacer la paz. Éstos, aunque aceptaron los presentes, lanzaron luego un ataque contra los forasteros. A punto estaban de derrotar a los españoles, cuando huyeron en estampida.

Dijeron que fue por haber visto "a un hombre montado sobre un caballo blanco que, empuñando una espada, bajó de las nubes y se abalanzó sobre ellos". Esto fue considerado por los españoles como una aparición milagrosa de Santiago, por lo que dieron el nombre de Santiago de la Nueva Extremadura a la recién fundada ciudad. En esta acción siete caciques fueron hechos prisioneros.

Pero en septiembre de 1541, estando Valdivia fuera de la ciudad, indígenas guerreristas la atacaron con una tropa de casi 20,000 hombres. Pese a contar los españoles con caballería y mejores armas, los indígenas le prendieron fuego y estaban a punto de aniquilar a los españoles cuando Inés, quien sólo había atendido a heridos hasta entonces, fue a donde se hallaban los cacique rehenes y comenzó a decapitarlos y a lanzar sus cabezas. Los atacantes huyeron espantados. A partir de ese momento todos la trataron como si fuese un valiente capitán, y no una mujer disfrazada de soldado con cota de hierro.

Por su valor en esta batalla Valdivia le otorgó una condecoración en 1544.

 Pero su unión de más de diez años no era bien vista por vecinos de marcado fervor religioso. Para 1549, teniendo Inés 42 años, Valdivia arregló su casamiento con Rodrigo de Quiroga, uno de sus mejores capitanes, con quien luego llevó una vida tranquila y religiosa.
   Gabinete de Inés de Suárez en el Museo del Carmen de Maipú.

Junto a su marido contribuyó a la construcción del templo de la Merced y de la ermita de Monserrat, en Santiago. No tuvo hijos y murió alrededor del año 1580, ya de avanzada edad.

Iglesia de La Merced

Basada en su historia Isabel Allende escribió la novela “Inés del alma mía”.

Inés del Alma mía de Isabel Allende

Isabel Allende presentando su libro

Parte II


La otra "Inés" de leyenda fue Doña Inés de Hinojosa, natural de Barquisimeto, Venezuela, era una hermosa mujer de respetable riqueza, poseía diversas casas y haciendas. De carácter fuerte y dominante, era sumamente caprichosa, ardiente y apasionada.


Se casó en el pueblo de Carora con don Pedro de Ávila, jugador y bebedor, quién como no tenía su propio dinero, gastaba a manos llenas el de Inés. Era además mujeriego, lo cual llenó de celos a su esposa, quien fue perdiendo el amor y se puso a dilucidar cómo deshacerse de él. Vio su oportunidad cuando al pueblo llegó don Jorge Voto. Éste era un profesor de música y danza, que se enamoró con locura de ella y juntos tramaron la muerte de Pedro.

                                                        Calle de Carora
 
Una noche al salir de una taberna, lo siguió y lo mató a cuchilladas. Cuando Inés lo supo salió a la calle llorando con desesperación, pidiendo el castigo para el asesino. Todo lo hizo con ademanes tan teatrales que atrajo la compasión del pueblo. Aunque las autoridades averiguaron el crimen, no pudieron descubrir a sus autores.

El músico se trasladó a Pamplona en el Nuevo Reino de Granada. Luego Inés lo siguió; allí se casaron y fijaron su residencia. A doña Inés la acompañaba desde Carora su sobrina doña Juana, una bella joven.
                                           Interior de casa de la época en Tunja

  Pasado un tiempo se trasladaron a la ciudad de Tunja (actualmente capital del departamento colombiano de Boyacá), que tenía fama en el Nuevo Reino de Granada por su cultura y su bella arquitectura. Allí se ubicaron en una mansión frente a la casa del Escribano Vaca, cuñado de don Pedro Bravo de Rivera, encomendero de los indios de Chivatá.

Como Jorge Voto vivía muy ocupado en sus clases y en viajes que hacía a Santafé de Bogotá, ello favoreció el inicio de nuevos amores entre Inés y Pedro Bravo de Rivera, el encomendero. Para disimular sus visitas, éste comenzó un noviazgo con Juana, la sobrina de Inés. Luego arrendó la casa contigua y mandó a hacer una puerta clandestina en el muro que separaba ambas edificaciones. Y para llegar a la plenitud de su amor, decidieron asesinar a Jorge Voto.
  Carora en el mapa

Era el año 1571 y cierta noche, tras una opípara cena para celebrar el noviazgo de Juana, don Pedro Bravo de Rivera, su hermano don Hernán Bravo de Rivera, y don Pedro de Hungría, sacristán de la iglesia principal, hicieron salir de la casa a Jorge Voto con un pretexto y lo mataron cerca del río de la ciudad.

Inés de Hinojosa hizo lo mismo que en Carora, lloró a gritos y pidió castigo para sus asesinos. Pero el Corregidor de Tunja no le creyó pues ya circulaban rumores callejeros sobre sus amores con Don Pedro y realizó una investigación a fondo. La historia criminal de Inés pudo saberse gracias a que doña Juana, la sobrina, confesó todo.

Inés fue apresada en la iglesia donde se celebraba la misa a su esposo, y poco después también lo fueron don Pedro y Hernán Bravo de Rivera. Sin embargo, el sacristán Pedro de Hungría logró huir y nunca se supo su paradero.
    Calle del árbol, donde fue ahorcada Doña Inés de Hinojosa.

La bella Inés de Hinojosa fue ahorcada en el árbol plantado delante de su casa, un frondoso arrayán, mientras que el encomendero Pedro Bravo de Rivera murió degollado. Su hermano Hernán Bravo de Rivera también fue ahorcado en la picota. Desde entonces los tunjanos llamaron con terror a esa arteria del pueblo “la calle del árbol".

Cuenta la leyenda que el perro negro de doña Inés de Hinojosa permaneció durante varios días aullando bajo el árbol hasta que murió. Se decía que en horas avanzadas de la noche se veía el fantasma de la asesina y que una llama tenebrosa salía de “la calle del árbol” hasta perderse en la Catedral de Tunja.
                                                       Catedral de Tunja

Sobre esta mujer de leyenda Próspero Morales Pradilla escribió la novela “Los pecados de Inés de Hinojosa” que fue llevada a la televisión colombiana con Margarita Rosa de Francisco en el rol protagónico.