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miércoles, 6 de marzo de 2024

 

¡La prima Vera ha llegado!



¡La prima Vera ha llegado!

Se ha bajado en el andén

saludando con la mano,

con un traje verde claro

y su sombrero de fiesta.




El invierno se despide

y se monta en un vagón,

pues debe seguir de viaje

al terminar su estación.

 


Mi prima Vera sonríe

y los lirios le abren paso,

una alfombra aceitunada

se extiende bajo sus pies

y la saluda el ciprés,

el maple y el cedro viejo

pues su llegada es festejo

para todo lo dormido,

lo que espera bajo tierra

por el calor y la lluvia

para mostrar con candor

su color y sus encantos,

para mostrar los olores

de una nueva temporada,

más feliz y enamorada

de cuánto en la tierra es bello.



Los amarillos narcisos

la saludan mientras pasa

mientras que los tulipanes

se asoman muy despacito

levantando sus capullos

y mirando la grandeza

que trae mi prima Vera

al caminar suavemente,

calentando el suelo frío

con su andar irreverente,

que a todo lo gris y feo

torna verde de repente.

 


Las rosas blancas y rojas

desde su lecho se inclinan

al verla cerca florecen

y mi jardín se ilumina

como si fuera un milagro

arreglando el desparpajo

que ha dejado el crudo invierno

con su nieve, sus ventiscas,

y sus árboles caídos,

con ese viento violento

que sonaba en mis oídos.


Y es que Vera con su vara

todo lo que toca cambia

desde los mustios geranios

hasta el dormido jazmín,

y hace magia con sus manos

para iniciar su trajín

de disolver el cojín

de blanca nieve estancada,

de reanimar mis canteros

y llegar con sus colores

a toditos los rincones

que aguardan en mi jardín.

 


Los ruiseñores del nido

que está casi terminado

la saludan con sus trinos

como si diesen regalos.

 


Las peonías dichosas

se levantan con sus tallos

y sus pétalos le brindan

para darle un agasajo

a la mejor de las primas,

a la alegre y colorida

muchacha de verde olivo,

con corona de laurel

que transforma mi vergel

con el toque de su vara.

 


Los cardenales felices

se reúnen en mi patio,

y las ardillas tan pillas

saltan por las altas ramas

desatando desbandadas

de pájaros sorprendidos

por el barullo y los ruidos

de éste, mi vecindario,

pues nada en el calendario

se espera con tantas ganas

como la ansiada llegada

 de mi más querida prima.

 


Los mapaches tan taimados,

se asoman tras de la cerca,

y conejos asustados

brincan por todos los lados

celebrando con agrado

esta llegada tan sana,

pues no hay prima

tan lozana como tú,

que nos visitas,

en esta zona lejana.

 


El bosque con sus murmullos

se engalana y te recibe,

y te canta el azulejo

que ha venido desde lejos

para saludarte, Vera.

 


Es mágica tu pasada

en estos meses divinos;

baila el pasto, corre el vino,

duermo la siesta en hamaca,

cocino en el barbecue

mientras te diviertes tú

como una niña traviesa

llevándote la tristeza

que la nieve nos dejó.

  


Has llegado por tres meses

terminando nuestra espera.

¡Eres tú la primavera,

mi regocijo y mi vida!

 


Despiertas a la dormida

persona que habita en mí,

y bailo con frenesí

con mi vestido de fiesta

para celebrar la puesta

del verde pasto en el prado, 

y el fin de lo congelado

tras cinco meses de invierno.

 

Taimí Antigua Lorenzo, 30 de marzo, 2022.