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sábado, 7 de julio de 2012

“Jean Pierre de Iberville, el pirata canadiense que murió en La Habana”

“Jean Pierre de Iberville, el pirata canadiense que murió en La Habana”

Por: Taimí Antigua Lorenzo

El Memorial de los Valientes es un monumento situado en Ottawa, la capital canadiense, para honrar a catorce importantes figuras de la historia militar del país. Consta de nueve bustos y cinco estatuas de tamaño natural, hechas por los artistas Marlene Hilton Moore y John McEwen. Fue instalado alrededor de las escaleras Sappers, un paso subterráneo al noroeste del Palacio de la Confederación. El monumento fue entregado por la Gobernadora General de Canadá, Michaëlle Jean, el 5 de noviembre de 2006.


Pero lo que pocos saben es que uno de los héroes ahí representados, Jean Pierre le Moyne de Iberville, también tiene su estatua en La Habana. ¿Por qué? Pues porque este insigne pirata/conquistador murió allí a los 45 años, víctima de una epidemia de fiebre amarilla que asoló la ciudad en 1706.


Iberville fue un hombre de leyenda, recordado principalmente por haber sido el fundador de la Louisiana francesa. Aunque nació en 1661 en Montréal, sus ancestros se remiten a la antigua nobleza normanda. Su padre fue gobernador de Montréal y su hijo Pierre formó parte de la milicia de Francia y dirigió victoriosas campañas contra los ingleses posesionados de varios establecimientos franceses en Norteamérica.


Hazaña tras hazaña, Iberville fue tejiendo su leyenda de militar, navegante y colonizador. Remontó el curso del Mississippi. Descubrió el río Pacagulas, reconquistó los establecimientos creados por La Salle y fundó el asiento primitivo de la ciudad de Mobile, en la bahía de igual nombre, primera villa de la Louisiana francesa. De ahí que se le considere su fundador. Fue también conquistador del norte canadiense y de Terranova, y Almirante de la Armada Francesa.




Arribó al puerto habanero en al año 1706 en su navío El Justo para comandar una expedición contra los ingleses en territorios de la América del Norte, que debía salir rumbo a Charleston, Carolina del Sur, en el verano de ese mismo año. A tal fin, se reuniría con las huestes del entonces también recién llegado capitán general de la Isla, Don Pedro Álvarez de Villarín, quien tenía el propósito de cooperar con las fuerzas francesas de la Florida.
Pero cuando preparaban dicha expedición, ambos murieron a causa de la epidemia de fiebre amarilla y fueron enterrados juntos en la Parroquial Mayor, en cuyos cimientos se alza el Palacio de los Capitanes Generales.

En 1935, el señor Camilien Houde, alcalde de Montréal, envió una tarja de bronce dedicada a su memoria que, expuesta en la Catedral de La Habana, señala -por cierto- erróneamente, que los restos de Iberville yacen allí. Otra tarja fue colocada en el interior del Museo de la Ciudad de La Habana, donada por funcionarios de la Misión Francesa y del Comité Francia-América en 1937.

Una estatua suya en bronce se puede ver en la entrada de la bahía habanera, cerca de la Fortaleza de la Punta, como si ordenara a sus naves echar velas rumbo a su amado Québec.

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