“Encontrando respuestas en Aleph, de Paulo Coelho”
(A mi esposo R. Roca, por supuesto...)
Por:
Taimí Antigua
Se acerca la primavera y con ella nacerán nuevamente mis tulipanes
Cuando
el pasado año leí Aleph pude
encontrar las respuestas a una pregunta recurrente en mi vida: ¿Por qué hay
ciertos lugares que, de manera repentina, nos hacen sentir que el Universo
entero está ahí y sentimos una extraña e inexplicable emoción? ¿Por qué nos
sentimos atados a una persona para toda la vida, como si la conociéramos
profundamente y desde hace mucho tiempo, aún cuando sea la primera vez que la
tengamos en frente?
A mí
me sucede esto principalmente cuando estoy a solas en algún entorno natural,
sin importar la estación del año. Puedo experimentar un éxtasis de exquisita
belleza, o también sentir que entro en pánico ante la visión de algo muy esperado
o deseado. Esto me sucede constantemente con el hombre más enigmático que ha
entrado en mi vida, sin importar los años que llevemos caminando juntos por
este gran camino de nuestra existencia terrenal. Quizá por eso siento tanta
felicidad con tan solo pensar en él. No importa si está geográficamente cerca,
o a cientos de kilómetros de mí, puedo sentir que estamos juntos en el mismo
punto del planeta. Hay un momento de esta novela donde Paulo le explica a Hilal
(página106):
- No
hay forma de explicar el Aleph, como tú misma viste. Pero en la Tradición
mágica se presenta de dos maneras. La primera es un punto en el universo que
contiene a todos los otros puntos, presentes y pasados, pequeños o grandes.
Generalmente lo descubrimos por casualidad, (…). Para que eso suceda la persona
o personas tienen que estar en el lugar físico donde él está. A eso le llamamos el pequeño Aleph.
- O
sea: ¿todos los que entren en ese vagón y vayan a ese sitio, sentirán lo que
sentimos?
-Si
me dejas hablar hasta el final, tal vez comprendas. Sí, la persona va a sentir,
pero no en la forma en que sentimos. Tú ya debes haber ido a una fiesta y
descubierto que en determinado lugar del salón te sientes mejor y más segura
que en otro. Eso es una comparación muy pálida con el Aleph, pero la energía
divina fluye en forma distinta para cada quien. Si encuentras el lugar correcto
donde estar en la fiesta, esa energía te ayuda a ser más segura y a estar más
presente. En caso de que una persona pasara por ese punto del vagón, tendrá una
sensación extraña, como si lo supiese todo. Pero no se va a detener a prestar
atención, y el efecto se disolverá al momento siguiente.
-¿Cuántos
de esos puntos existen en el mundo?
-No
sé exactamente. Pero son millones.
-¿Y
cuál es la segunda cosa?
-Antes
es necesario completar: el ejemplo de la fiesta es sólo una comparación. El
pequeño Aleph siempre aparece por casualidad. Vas caminando por una calle, o te
sientas en determinado lugar, y de repente el Universo está ahí. Lo primero que
surge son unas ganas inmensas de llorar, no de tristeza ni de alegría, sino de
emoción. Sabes que estás comprendiendo
algo, aún cuando no puedas explicarlo, ni siquiera a ti misma.
(…)
-Continúa:
¿Cuál es la segunda cosa?
(…)
-La
segunda cosa es el gran Aleph.
(…)
-El
gran Aleph ocurre cuando dos o más personas que tienen algún tipo de afinidad
muy grande se encuentran por casualidad en el pequeño Aleph. Esas dos energías
diferentes se completan y provocan una reacción en cadena. Esas dos energías…
No
sé si debo ir más allá, pero es inútil. Hilal completa la frase:
-Son
el polo positivo y negativo de cualquier batería, lo que hace que se encienda
la lámpara. Ellas se transforman en la misma luz. Los planetas que se atraen y
acaban colisionando. Los amantes que se encuentran después de mucho, mucho tiempo.
El segundo es el que es provocado también por casualidad cuando dos personas
que el Destino eligió para una misión específica se encuentran en el lugar
adecuado.
(…)
-¿Qué
quieres decir con “lugar adecuado”? - pregunto.
-Quiero
decir que dos personas pueden vivir una vida entera juntas, trabajar juntas, o
pueden encontrarse una sola vez, y se despedirán para siempre porque no pasaron
por el punto físico que hace brotar de manera descontrolada lo que las unió en
este mundo. O sea, se apartan sin entender bien qué las acercó. Pero, si Dios
así lo quiere, quienes una vez conocieron el amor se vuelven a encontrar.
(…)El
famoso amor a primera vista (…)
-Que
a su vez no es “a primera vista”, sino que está ligado a toda una serie de
cosas que ya ocurrieron en el pasado. Eso no quiere decir que TODO encuentro
esté relacionado con el amor romántico. La mayoría de ellos ocurre porque
existen cosas que todavía no están resueltas, y necesitamos de una nueva
encarnación para poner en su lugar adecuado lo que fue interrumpido a la mitad
(…).Nos conocemos desde hace muchos siglos y seguiremos juntos por los siglos
venideros.
Más
adelante en la página 123 hay un fragmento maravilloso que dice así:
“-¿Puede
alguien hacer que el amor se estacione en el tiempo –cuestiono-. Podemos
intentarlo, pero convertiremos nuestra vida en un infierno (…).El amor está más
allá del tiempo. O, mejor dicho, el amor es el tiempo y el espacio en un solo
punto, el Aleph, siempre transformándose (…). Puedes intentar detener el
tiempo, pero estarás desperdiciando tu energía.
Otro
fragmento antológico para quienes intentamos descifrar al ser humano o
comprender esos insólitos episodios de nuestra existencia (página 159):
“Nunca
podemos herir al alma, porque nunca podemos herir a Dios. Pero somos cautivos
de la memoria, y eso hace que nuestra vida sea miserable, aunque tengamos todo
para ser felices. Ojalá pudiéramos estar totalmente aquí, como si hubiésemos
despertado en este momento en el planeta Tierra y nos encontráramos dentro de
un templo cubierto de oro. Pero no podemos.”
Y
cierro este post, dedicado a mis amigos y a todos los que aman, con las
palabras de Hilal (página 261):
"
Si eres prisionero de tu pasado, sabe que también yo lo soy! ¡Si te amé en una
vida seguiré amándote por siempre!”